Reflexiones

20.Oct.2011 / 05:48 pm / Haga un comentario

Vicepresidenta Llanos II

Vicepresidenta de la Región Llanos II

“Alégrome mucho querido General, del triunfo de Valdés: ya parece decidida la suerte del sur: ya parece decidida la toma de Quito, y la marcha a Lima…La fortuna nos sirve a medida de nuestro deseo, y debemos aprovecharla para no ser ingratos como Ud. dice. Apruebo la promoción de estos oficiales beneméritos y les mandaré sus despachos, es muy importante premiar a tiempo. Parece prodigioso lo que nos está sucediendo: en Boyacá se nos abrieron las puertas de la fortuna, o mejor diré, la fortuna me volvió…Estoy esperando por instantes la toma de Maracaibo. Apueste Ud.  por mí en Bogotá, lo que quiera, que el 7 de agosto celebramos la libertad de Cundinamarca y la toma de Maracaibo. A propósito de esto, hagan Uds. una buena fiesta y que la hagan en todas partes…” (Carta de Bolívar a Santander, desde El Rosario, el 26 de junio de 1820).

Los fragmentos de la carta anterior permiten deducir que tanto Bolívar como Santander coincidieron en reconocer el valor de premiar a tiempo las hazañas que hicieron los patriotas  para zafarnos del yugo colonial español, en ese tortuoso y largo camino de más de 20 años. En la aludida carta, también sale a relucir el sentimiento opuesto al reconocimiento, el sentimiento opuesto al agradecimiento, como es la ingratitud. En relación a la ingratitud, sin duda un antivalor, sobre todo para quienes nos definimos como revolucionarios, nuestro Libertador fue muy severo, como lo muestra una carta dirigida al Cnel. Vicente Aguirre el 9 de enero de 1824: “la ingratitud es el  crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer; pero yo he resuelto castigarla, y, abandonando del todo una tierra que ha producido tales malvados, yo la haré recibir de mano de los españoles lecciones que la escarmienten…” El Coronel Vicente Aguirre fue el apoderado del Libertador, en la causa que éste intentó, por agravio, contra la municipalidad de Quito. Aquí destaca la necesidad de premio o reconocimiento ante la buena conducta y el deber cumplido y el necesario castigo cuando se infringen las leyes que todos aceptamos en la sociedad o en las organizaciones política, con el objeto de  normar el comportamiento de sus miembros, y así, facilitar la convivencia y la coexistencia pacífica.

Como muestra de admiración y en agradecimiento al apoyo recibido para la causa independentista, Bolívar le escribe al General Alejandro Petión, presidente de Haití, en los siguientes términos: “la pluma es un fiel instrumento para transmitir con libertad los sentimientos sinceros que me inspiran la admiración. Si la lisonja es un veneno mortal para las almas bajas, los elogios debidos al mérito, alimentan las almas sublimes… Es muy dulce sin duda alguna, llenar los deberes del reconocimiento; pero no es un deber el que me dicta los homenajes respetuosos que quiero cumplir…” (Carta de Bolívar desde Puerto Príncipe al General Petión, Presidente de Haití, 9 de Octubre 1816.)

Hoy traemos a colación la arista de hombre agradecido y justo que adornó a  nuestro Libertador, para celebrar la decisión de la Dirección Nacional del PSUV de reconocer a tiempo la valiosa participación de 24 mil “alistadores” militantes de todo el país, durante 7 fines de semanas (06 de agosto al 18 de septiembre de 2011), en un horario de 8am a 6pm. Gracias al compromiso, disciplina, constancia y paciencia de estos 24 mil compatriotas, ahora el PSUV sabe que un poco más de 2 millones de los 7 millones de la militancia total, espontáneamente decidieron alistarse para, a partir  del mes de octubre, agruparse en “patrullas de vanguardia”, cada una con un mínimo de 10 y un máximo de  20 miembros. Esto pareciera un simple detalle; sin embargo, además de que el diablo siempre anda cerca, habría que oír los comentarios de satisfacción de quienes  sintieron que su dedicación voluntaria al partido fue valorada y reconocida públicamente.

En el marco de esta reflexión, es útil agregar, que :“ no hay mejor forma de desmotivar a un equipo, cualquiera sea su naturaleza, que dar un reconocimiento público a quien no se lo merece, según la valoración del resto del equipo, en perjuicio de miembros del equipo más eficaces y entregados a la organización”. Hace demasiado daño a cualquier organización, y la política no es una excepción, que sus miembros lleguen al convencimiento que da igual hacerlo bien que hacerlo mal. No siempre los reconocimientos que esperan o se deben dar a los miembros de una organización tienen que ser formales tipo condecoración o pergamino; muchas veces son muy valiosos los reconocimientos que se hacen día a día y que tienen que ver con las relaciones humanas, como el trato respetuoso y considerado que nos debemos unos a otros o mostrar interés y facilitar las herramientas para la realización del trabajo individual y en equipo. ¡Cuántas veces resulta suficiente una sonrisa sincera, un saludo afectuoso (no es necesario zalamería, porque debemos ser auténticos) y sincero donde nos veamos a los ojos para que haya comunicación de alma! ¡Cuántas veces, podríamos ser y hacer más felices a los demás, simplemente respetando y reconociendo al otro o a la otra! Sólo bastaría con recordar que todo ser humano es cuerpo, alma y espíritu!  ¡Con el favor de Dios, viviremos y venceremos!

Guanare, 28 de septiembre de 2011.

 

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